Ensayo literario y gimnasia olímpica

Édgar Mondragón


Estiramiento
Sí, platico conmigo mismo suavemente mientras las neuronas pretenden comenzar a hacer lo suyo.
Siento que puede ser que dos o tres pérdidas de la cabeza provengan de mentes que intentaron ideas de mucha trascendencia sin calentamiento previo alguno. Uno debería comenzar a pensar en cosas ligeras antes de subir a las alturas del pensamiento.
Una mosca parada en la pared, en la pared, en la pared.

Una entrada con fuerza

El correr de la niña es el del alma que lleva el diablo. Son pocos metros a toda velocidad, luego alcanza el trampolín, toma ese impulso de la gran fuerza, toca la primera barra para después tomarse con fuerza de la segunda asimétrica: el ejercicio ha comenzado.
Nada mejor que una buena entrada para comenzar a escribir. Se trata de tocar la puerta de la cabeza del ente imaginario del otro lado: el que lee. Aunque mejor sería tirar la puerta a patadas. El truco es simple: uno dice algo provocador o llamativo, algo que estimule al que lee, la imaginación hará lo demás. Así comenzamos: hoy descubrí que la gimnasia olímpica es idéntica al ensayo literario.

Ejercicios obligatorios: la cita y sus grados de dificultad
De acuerdo, el ensayo literario es libertad, y sin embargo bien valdría que uno dijera dos o tres cosas que se esperan. Las citas deberían aparecer; mejor si son de autoridades. Ahora, uno puede citar algo común, pero esto restará puntos al final. Mejor algo con alto grado de dificultad. La Federación da clasificaciones de grado de dificultad que van de la «G» (mayor dificultad) a la «A» (lo más simple).
Nietzsche, Aristóteles y todos los alemanes y griegos del partido de futbol de Monty Python* son grado de dificultad «G», lo que equivale a 0.7 puntos.
Shakespeare, Cervantes y todos los que tengan más de 500 ediciones, en más de 50 idiomas, con más de 100 años, grado de dificultad «G», también.
Jean-Paul Sartre, Oscar Wilde, Juan José Arreola y Jim Morrison, «E» por ser rockstars: 0.6 puntos.
Harry Potter, El código DaVinci y Carlos Cuauhtémoc Sánchez: grado de dificultad «B», por ser best-sellers, equivalente a 0.2 puntos.
Películas, TV y música popular: grado «A», equivalente a 0.1 puntos.
Transitorios: Shakira es grado «B», a partir de que citó a Sartre y a Marx en una de sus canciones.

Ejercicios libres
Aquí está la clave del escrito. Necesariamente, lo más original, arriesgado y de mayor grado de dificultad. La Federación ya descartó el grado de dificultad «H», pero aun así uno debería intentarlo: el gimnasta se prepara en una de las esquinas, dedica un momento de concentración agregando gravedad a la situación y corre hasta tres cuartos del cuadro para dar un tremendo brinco hacia arriba, flexionarse sobrepasando sus pies a su cabeza en el aire y girar tres veces antes de regresar al suelo en perfecta vertical.
¡Un triple salto mortal! ¡Jamás antes visto en competencia oficial!
Una verdadera elucubración literaria. No un lugar común o una inocente copia por pobreza de referencias. Es la imagen que creará otras imágenes. Ya no una cita, si no lo que merece ser citado.
Un clásico mortal literario triple, grado de dificultad «H».

La gracia y la música
Uno pensaría que la gimnasia es sólo método y disciplina. Sin embargo, no pocas profesionales en los eventos de piso tienen coreógrafo. Se montan movimientos de la atleta sin ningún otro sentido que la mera belleza artística. Aquí hay más puntos para el 10 perfecto. Una imagen poética, ritmo y rima, cuentos y referencias literarias, por la belleza del escrito.
Apolo descansa de lanzar sus flechas y bebe un poco del vino que le ofrece Dionisos. ¡Salud!

La salida
Habría que ensayar cómo agradecer los aplausos, la forma de inclinarse para recibir la medalla en lo alto del podio, el tono y letra del himno nacional y las lágrimas —no muy pocas, pero sin exageración.
Antes: todo se puede arruinar con una mala salida. Sea mejor así: dos giros y una caída de pie, firme y sin titubear, los brazos arriba y una sonrisa.
¡Fin del ensayo!


*Aquí el partido del Campeonato Mundial de Filosofía (obra de Monty Python) al que refiere el autor:

| 2 comentarios »

«Ooosea...»

Alejandro Vargas

Saludos.

Frutilla que se asocia muchas veces como afrodisíaca. Acompaña noches románticas. Ha servido para declaraciones amorosas y como productora de alergias. Tiene que estar a temperaturas frías para que se conserve en perfecto estado.
Se la baña en diversas sustancias, entre las más conocidas el chocolate u otra mermelada o jarabe. Otros, como mi caso, la espolvoreamos con azúcar refinada. Estamos hablando de la fresa: ¿todos en canal?
Pero hay de fresas a fresas. Y siempre he estado rodeado de ellas. El fresa se distingue por su cultura light y no sólo en agua ultrapurificada, traída del rincón mas recóndito de los Alpes, baja en calorías, baja en sales y alta en costo (cuando lees la etiqueta dice: «Embotelladora Peñafiel, Tehuacán, México»), ni en sus comiditas —en las cuales la lechuga tiene grasa y la Coca Light es lo mas in.
También son light en su pensamiento: el neoliberalismo les ha podrido la mente. Relaciones de una noche, novios múltiples, querer lo último de lo último: celular, ropa, accesorios, Harry Potter, zapatos, peinado, RBD y demás cosas que en poco tiempo pasarán al botadero o a otro estante donde estos niños ni siquiera voltean a ver.
He estado muy cerca de ellos. Los huelo (cómo no olerlos con su perfume francés, comprado en la Boutique París o en París mismo), los presiento, los oigo (cómo no hacerlo con sus palabritas clásicas, ooosea). Desde mis tiempos académicos —sigo en ellos— me ha tocado lidiar con estas personas.
En cierto momento, hace ya siete años, cuando acababa de entrar a la prepa, me tocó un saloncito agradable, el número 37. Todos éramos desconocidos o casi todos.
El tiempo pasó y las diferencias se fueron dando a tal grado que mi primer salón de prepa se convirtió en una mitad «fresa» y la otra «chida». Y así fue literalmente. Viéndolo de frente, la mitad derecha era fresa y la izquierda chida... ¿coincidencias? Obviamente, me encontraba en la chida.
Uno no se da cuenta de esa diferencia hasta después, cuando se ve en retrospectiva y cuando uno se ha plantado de un lado de la calle. Siempre tuve problemas con ellos. Su forma de ver la vida se me hacía, y sigue haciendo, a la ligera. Pero es una batalla que desde siempre se ha dado, burgueses contra proletarios, señor feudal contra trabajadores, Robin Hood contra los ricos, el Santo contra las momias.
Pero no es la crítica hacia los ricos, hay gente rica que es a toda madre, que tiene ideales muy concretos, que lucha por algo y que se puede ver de lo mas rascuache, pero no busca lo que los fresas (¿buscan algo más que ser socialités?).
Uno se viene a dar cuenta de que los fresas huelen bien, saben bien, se ven bien, pero muchos sólo son apariencia, por dentro están mal y saben mal. Lo que les elogio es su capacidad de aparentar algo que muchas veces no son.

Arriba y adelante!!!

| 2 comentarios »