En el espacio del sueño

Ninah Basich

Es tarde, las dos de la mañana, no he podido dormir y me he levantado. Dentro de mi cabeza continua dando tumbos la frase: «Quién mira por encima de mi hombro lo que escribo». No he conseguido aferrarla y su resistencia me ha despabilado por completo.
En mi estudio apenas se escucha la noche. Juego con la pluma haciendo dibujos sobre el papel en que he escrito la frase. Mi pensamiento, con el rumbo extraviado, vaga por regiones y personas que no se quedan quietas. Así, sin intención, guiada quizá por el recorrido que siguen mis reflexiones, levanto la cara y ahí, ante mí, están ellas con sus miradas, con sus cadencias y con sus sonidos. En los huecos del librero asoman como palomas las palabras y los libros. Un palomar. Escucho su arrullo y una amplia sonrisa se dilata en mi boca: ahí estaban ellas. Tan cercanas, tan claras, tan sonoras.
Muchos dicen que escribir es una profesión solitaria. Pero Soledad es sólo un vocablo que no quiere compañía. Creo que la canción de Alice Cooper «I'll Never Cry» explica eso cuando dice: «Soy un solitario pero no estoy solo». ¿Cómo podría estarlo si he elegido las palabras?. Por eso, en noches como ésta reflexiono: cuando yo muera, ¿las palabras recordarán mis ojos?
Me levanto con el irresistible impulso de sostener alguna de esas extrañas palomas en las manos, acariciar su lomo, abrir sus alas, sentir palpitar su pequeño corazón y prolongar la noche en el espacio del sueño.
Renuncio a ello, todos merecemos descansar. ¿He dicho que es tarde? Apago la luz, y un instante después vuelvo a encenderla, el tiempo justo para asomar la cabeza y susurrarles: Continúen ahí.

Aquí, la canción de Alice Cooper: «I'll Never Cry»:

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