El bicolor

Maribel Barona Peralta


Hay dúos en la vida que de ninguna manera pueden estar desligados, porque simple y sencillamente sin la otra parte la existencia de cada uno de sus elementos pasaría inadvertida. Nombrar a un bicolor me remonta a mis días de primaria, concretamente al estudio del sujeto y predicado (el primero subrayado siempre de rojo y el segundo de azul). ¿Por qué siempre se acababa primero el color rojo? Sin remedio, cuando esto sucede, el azul dejaba de ser bicolor para formar parte del montón de los lápices de colores.
Alguna vez intenté comprarlos por separado para así evitar comprar un bicolor nuevo cuando el rojo llegara a su fin, pero siempre terminaba perdiendo alguno de los dos, con lo cual compruebo que no podían vivir distantes.
El Gordo y el Flaco, lápiz y borrador, Martha y Vicente, inspiración y creatividad… ¿Son acaso algo el uno sin el otro?
El sujeto siempre indica aquello de lo se va a decir algo, tal como sucede con la inspiración (el mar, la mujer…), y el predicado es lo que se dice de ese algo, la creatividad, (está cubriendo la playa con su suave oleaje, es la maravilla de la vida). Completar una oración era la tarea, y recuerdo cómo batallaba para poder hacer las 10 oraciones: la casa, el gato … ¿Qué?
Confieso que tengo guardados en mi memoria dos momentos de inspiración lo suficientemente buenos como para ser la envidia de cualquier artista: esos instantes por los que un fotógrafo viaja por todo el planeta tratando de capturarlos, o que un poeta busca para crear un hermoso poema. Pero ellos no estuvieron ahí y desgraciadamente yo sí, y digo desgraciadamente porque me falta el azul de la creatividad para decir algo sobre ellos, sólo queda el sujeto de rojo, señalando que la oración aún no está completa.
Un claro ejemplo de lo que pasa cuando se hace bien la tarea y se conjunta el sujeto y el predicado es con Cri–Crí, que de una simple muñeca fea, una hormiga o un ropero se inspiraba para crear canciones infantiles que a la fecha siguen vigentes.
A diferencia del bicolor, la marca que separa la inspiración de la creatividad es muy tenue y en muchos casos pasa inadvertida; es por eso que en la mayoría de las ocasiones le damos el crédito al rojo desgastándolo día a día, y la creatividad la dejamos de lado sentenciando al azul a la caja de colores.

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