Su majestad el automóvil

Ana Rosa González Carmona


Las glorietas que existen en cualquier ciudad del mundo son, a mi parecer, lugares que las embellecen y que se encuentran la mayoría de las veces en sitios en los que convergen dos o más calles o avenidas y en donde se colocan estatuas de personajes ilustres o ciudadanos destacados de un pueblo o comunidad, aunque en ocasiones sólo están adornadas por fuentes y jardines.
El tramo de la Avenida Circunvalación Jorge Álvarez del Castillo que comienza en dos medias glorietas sobre el cruce de la Avenida Manuel Ávila Camacho y ella misma, tiene un amplio camellón al centro, que en épocas más felices para esta maltratada ciudad de Guadalajara, México, se encontraba llena de rosales cuyas flores —valga la redundancia— color rosa intenso, convertían al camellón en un hermosísimo río del mismo color, hasta su confluencia con las calles Plan de San Luis y Mar Tirreno, en donde hay otra glorieta la que tenía un jardín con árboles y plantas de ornato y al centro una fuente con mosaicos azul y blanco formando grecas que otrora adornara una, en el área del Parque Agua Azul.
El ancho camellón seguía ahora con plantas de ornato y árboles para terminar en otra glorieta en la que se encontraba al centro sobre un pedestal de cantera una estatua en bronce de Cristóbal Colón, que lo representaba de pie con un gran globo terráqueo a su lado, que parecía poder girar si Colón así lo quisiese, ya que su mano derecha casi lo tocaba. No faltó quien entre los bromistas se refiriera a la escultura diciendo que Colón “tenía su pelotita”. En el pedestal, con letras en bronce dorado, se podía leer la leyenda: “Jalisco al descubridor de América”.
En esta última glorieta convergen las avenidas De las Américas, López Mateos y Circunvalación Jorge Álvarez del Castillo.
La Avenida de las Américas, con su camellón al centro hasta su confluencia con Avenida México, tiene en los bustos en bronce de próceres americanos y rosales multicolores. La Avenida López Mateos, arbolada, con dos carriles laterales y cuatro al centro, formaba junto con las otras dos avenidas, al arrancar hacia el sur de la ciudad de la glorieta Colón un área muy agradable con casas bonitas, edificios bien conservados, con árboles y flores, aunque se había convertido en una zona donde abundaban los banco y los comercios, grandes y pequeños, que abarcaba, desde las dos medias glorietas y Avenida Ávila Camacho por el norte y Avenida de las Américas y Avenida México por el sueste y Avenida López Mateos y la entrada del paso a desnivel de Minerva, por el suroeste.
No recuerdo en que época, el Ayuntamiento en turno de la ciudad decidió inexplicablemente quitar los rosales del camellón de la parte de la Avenida Circunvalación que ahora nos ocupa y substituirlos por palmeras, obeliscos y jacarandas, a mi gusto, a la buena de Dios, los dos últimos, sin ningún sentido del orden y la belleza. A pesar de ello, la zona seguía siendo amable.
La ciudad siguió creciendo, los automóviles aumentaron, el tráfico vehicular por esa zona a las horas pico, se volvió conflictivo, sobre todo al llegar a la glorieta Colón.
Otro Ayuntamiento empezó a hablar de que había que suprimir la multicitada glorieta y construir ahí un paso a desnivel para aliviar los problemas de tráfico vehicular existente. Las protestas no se hicieron esperar, los vecinos más próximos se inconformaron, pasaron los años, vinieron nuevos ayuntamientos, cada uno de ellos revivía de nuevo el proyecto, los ciudadanos se volvían a inconformar, las autoridades colocaban las mantas en las calles anunciando obra en proceso, se caían al paso del tiempo por el embate del sol, la lluvia, el polvo...el proyecto quedaba pendiente para la siguiente administración.
Por experiencia propia sé que los pasos a desnivel de esta ciudad nunca han servido para agilizar el tránsito de vehículos a las horas pico. Estoy de acuerdo en que nos ahorran tiempo cuando el número de automóviles que van por las calles se puede llamar “normal”. Los embotellamientos son terribles cerca de los túneles vehiculares a las horas: en que los estudiantes de cualquier edad, deben llegar a los colegios o universidades, los empleados a sus labores, cuando hay un evento especial que interesa a un amplio sector de la población, etc.
Personalmente me he visto dentro de aquellas colas interminables, que nos permiten avanzar unos cuantos metros por cinco o mas minutos, las que también pueden ser provocadas porque algún vehículo sufra una descompostura, haya habido un alcance en el que han intervenido varios automóviles dentro de uno de esos pasos con los que se pretende evitar estas inútiles pérdidas de tiempo.
Finalmente en el verano del 2003 comenzaron de nuevo a anunciar la construcción de lo ahora llamaron “el nodo vial Plaza Colón”, desgraciadamente para todos los que tenemos que pasar por ese punto de la ciudad. En enero del 2004, se empezaron las obras de preparación para llevar a cabo la construcción del nuevo nodo vial, aparecieron los consabidos letreros de tomar vías alternas acompañados de otros que nos dicen: “ Perdone las molestias, estamos trabajando para su beneficio”.
Con pena me tocó ser testigo, al pasar una mañana, de cómo envolvieron la estatua de Colón en láminas plásticas con ampollas, para protegerlo de posibles daños al bajarlo con una grúa de su pedestal de cantera; al regreso, por la tarde, la operación había terminado, la glorieta estaba vacía.
El área a la que me referí antes cambió por completo su fisonomía: han estado retirando árboles, palmas, plantas de ornato. La glorieta Colón ya no existe, la que estaba en Plan de San Luis y Circunvalación está convertida en un lugar lleno se de arena. Los comerciantes se han movido a otras áreas, los prestadores de servicios que allí se habían establecido se han cambiado también. Cada nuevo día encuentro diferencias en el paisaje, que se ha vuelto triste sin la vegetación y me parece que se hace más inhóspito.
La pregunta es: ¿valdrán la pena estos terribles cambios que sufren los lugares que son escogidos para construir bien sea los pasos subterráneos o los elevados, las pérdidas que sufren los comerciantes y los dueños de las fincas que se encuentran en las proximidades de ellos, en aras de “su majestad el automóvil” cuando nos damos cuenta de que finalmente no cubren el objetivo para el cual fueron construidos?

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